Por: Nathalia Zarama
El mundo se ha paralizado, una gota de saliva encierra y confina en cuatro paredes lo que al parecer es la raza animal más peligrosa para el planeta; los ríos, mares y océanos han recuperado vida, color y peces, las aves se avistan en los cielos y los animales silvestres oriundos transitan por lo que antes eran calles atestadas de humo y contaminación de fábricas y vehículos.
El hombre, que en pocos días de una cuarentena le ha permitido al planeta respirar y verdecer, ante el aislamiento social al que se ha visto sometido, en algunos casos de manera voluntaria porque la conciencia permite en aquellos mas evolucionados escuchar los alaridos y gritos de un planeta que clama por cambios y en otros casos un aislamiento obligatorio porque aún hay quienes actúan como si nada estuviera pasando, transitando impávidos y respirando el aire vital que nos permite estar en pie pero asumiendo el riesgo algunas veces irresponsable de que en esas partículas de vida estuviera latente esa plaga, ese virus, el temido COVID-19 del que todavía poco se sabe.
Un virus como todos los de su especie, que llegan silenciosos, hacen estragos y luego se van para ser olvidados jamás; una plaga que no mira raza, creencias políticas, religiosas o sociales, no hace distinción de género y mucho menos mira las arcas de sus victimas para pesar sus recursos económicos, no le interesa si las personas están preparadas para enfrentarlo o siquiera pueden hacerlo. El solo llega, actúa y continúa su camino.
Se sabe poco del coronavirus COVID-19, las cifras que han sido entregadas por las naciones afectadas, revelan que algunos pueden morir sin percibir el olor de la partida, otros morirán en el intento de prepararse para su última lucha, y quienes sobreviven para contar su historia, anuncian que su vida no vuelve a ser la misma, les cuesta mantener el aliento porque han sido besados por un virus que les roba el aire y entra a cada parte de su ser y se lleva con el cuándo es expulsado del cuerpo sanado, hasta la mitad de la fuerza que necesita el hombre para respirar. ¿por cuánto tiempo? No lo sabemos, ellos y la ciencia aún lo están descubriendo.
@NathaliaZarama
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